¡Que cosas!

Resulta que hay personas en este mundo, a los que yo llamo "gente cósmica" , esos que tienen pies que cuando caminan acarician el cemento y manos que saben sentir la ciudad, pero que en un sólo segundo se pueden ir volando y llegan al cielo más lejano, el que está más arriba de las galaxias, el más azul.
Y resulta que vengo recién llegando, de sacarme el corazón y ponerlo sobre la mesa de un bar (esos que se han guardado los secretos de mil borrachos y mil poemas) gracias al respiro y los ojos y las palabras de un gente-cósmica.
Lo que vi sobre esa mesa, es digno de contar.

Resulta que a mi corazón le salieron alas, sí, con plumas y todo; y empezó a revolotear sobre las cabezas de todos y votó alguno vasos y cambió la música y asustó a las botellas. Las alas no eran ni blancas, ni azules, ni de ángel, ni de demonio. Eran las alas de lo Total, las alas de la verdad, las alas de los amaneceres que tienen soles atornillados al revéz y mi corazón alado sonrío tanto que la sonrisa se le escapo de la boca y del cuerpo, y esa sonrisa también se hechó a volar y llegó finalmente al gente-cósmica sólo para abrazarlo, sólo para comprobar que si existe la eternidad, sólo para quedarse en sus manos, sonriendo la sonrisa y volando el corazón.

Resulta, que estoy esperando ahora, que el volador vuelva, por que ¿saben? se fue detracito del gente-cósmica, solo que él, aún no se ha dado cuenta.