Como Hamlet

Una traumática situación primaveral se avecina a mi puerta café.
Puedo distinguir como se arrastra lento, muy lento hacia acá y como los corazones se aceleran.
Se detiene.
Golpea fuerte porque tiene 5 puños, es decir, cinco brazos que absorven, atrapan y consumen.
Cada uno con una malévola función.
Atacan al cráneo y sobretodo a los sesos. Lo peor es que varios son los implicados.
Algunos creen que es para la risa, pero siempre después del exceso de risa viene el llanto.
Siempre.
Podría describir detalladamente sus facciones: el rostro, el pelo, los largos brazos, el cuerpo, las piernas. (para que se hicieran una idea)
Pero da miedo, sobre todo los gritos, sobre todo los golpes que da a la puerta que se meten en las entrañas como ratones hambrientos, y escarban y mordisquean todo lo que encuentran.

Lo más confuso de todo, lo más monstruoso; es el escenario primaveral.
Porque mientras aparecen los primeros gorriones y las primeras margaritas, hay alguien que anda robando pedazos de cordura para después cocinarlos en sartenes de colores y engullirlos.
Hierve algo más que la sangre, todo aquí hierve. Y ya casi es primavera.
No puedo decir más, su ataque es sigiloso, y quedan cada vez menos horas para que sea veintiuno. Es una guerra de uñas y mente.
Llueve como llora la lluvia con fantasmas en la cabecera y luego se secan las pozas cuando finge reír el sol.

Por eso yo no creía en cuentos de hadas. Al final parece que la primavera, trae puras desgracias.
Y tengan cuidado porque al primer descuido, sin cerebro se pueden quedar. O peor aún sin co-razón.